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ANALISIS
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Adela Marín |
“Non nova, sed nove” |
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(“no cosas nuevas sino de una manera nueva”) “No hay un “ahora” sencillo: cada presente es asíncrono, una mezcla de tiempos diferentes. Por tanto no hay nunca una transición oportuna, es decir, entre lo moderno (podríamos considerarlo lo fotográfico) y lo posmoderno (o lo digital), nuestra conciencia de un período no sólo proviene del hecho: también proviene del paralaje. Hal Foster, 1993. Vivimos en un mundo en el que la producción y el consumo de imágenes fotográficas es parte de la vida cotidiana. La aparición de la fotografía ha revolucionado los íconos sociales, el consumo y la forma de expresión pública entre otros ámbitos. Desde la popularización de la cámara doméstica de la casa Eastman Kodak la imagen está cada vez más cerca de la experiencia vivencial y de la realidad cotidiana de todos. Desde finales de los ochentas la imagen digital empieza a ser un testigo y protagonista más, junto a otros medios que parten del mismo principio de la cámara oscura, pero, de una manera nueva, pues permite la manipulación de la imagen. Manipulación, quizá más allá de lo que hubieran hecho los fotógrafos pictorialistas con los medios analógicos, con una diferencia, la de que cada vez, más personas pueden hacerlo sin tener un conocimiento profundo de laboratorio. Esto implica nuevamente una popularización de la imagen desde una perspectiva de la manipulación de lo real y el replanteamiento de esta misma realidad desde diversos ámbitos: la fotografía artística, comercial, publicitaria, documental e incluso la misma doméstica entre otras. Precisamente el trabajo de Rosemary Golcher hace patente la coyuntura histórica mencionada. Rosemary es una artista cuya formación principal ha sido en pintura, en un momento en que se desdibujan los límites entre las disciplinas y las herramientas. Hechando mano como instrumento, una cámara digital doméstica, y utilizando un hilo conductor temático particular “los hongos”. Mediante esto y los recursos técnicos de su computador, reconstruye su realidad por medio de imágenes negativas o solarizadas. Quizá estas imágenes emulen vagamente el tratamiento negativo de algunas de Man Ray, con un tema muy diferente. Su lenguaje busca la síntesis, la expresión de la textura de la naturaleza construyendo con ella una especie de encaje. En algunos de sus trabajos, es evidente una economía cromática en donde da énfasis sólo a los espacios que quiere hacer visibles, manejando estratégicamente el diseño y composición, sin excesos y con mucha sobriedad los fragmentos de color. Creo que en esta artista el trabajo creativo es una necesidad, el medio es sólo una excusa para la liberación de dicha energía, un pretexto para decir y representar “no cosas nuevas sino de una manera nueva”. Adela Marín Villegas. |
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